Sin duda es la banda más influyente e importante de los noventa en Chile. La mayoría de sus integrantes son de provincia y de temprana asimilación con la música. Alvaro Henríquez Petinelli guitarrista y compositor, músico vinculado a la integración folclórica y contemporánea del la urbe popular chilena. Este insigne músico arriba a Santiago a muy temprana edad con la clara intención de tener una agrupación rockera, junto a sus inseparables amigos Roberto “Titae” Lindl (bajo) y Pancho Molina (batería), que en sus inicios de adolescencia penquista ya habían formado una banda llamada los Dick Stone. En esa temprana incursión tocaron en colegios de niñas, peñas y bares para luego arribar a la capital llamándose los Tres.
El primero en llegar a Santiago fue Cuti Aste, otro músico de Concepción, quien ya en la capital arrienda un departamento que comparte con Boris Quercia, entre otros actores y donde Henríquez se dejaría; al corto tiempo se sumaría Titae. En este lapso Alvaro Henríquez participaría conjuntamente con proyectos y grabaciones paralelas a Los Tres. Con el jazz huachaca del poeta popular Roberto Parra y Cuti Aste dan forma a la Regia Orquesta para la obra de teatro la Negra Ester; posteriormente sería la música para la película El Desquite y Estadio Nacional. Los tres por aquella época, en los últimos albores de la dictadura, realizaron su primera tocata en el mítico Centro Cultural Mapocho (1987), interpretando temas de Chuck Berry y Elvis Presley, confundiendo un poco al público con este sonido rockabilly. Los Tres se sintieron un tanto descolocados y quedaron un poco al margen de la decadente escena musical que por ese entonces venía siendo catapultada por bandas como Upa, Aparato Raro, Viena, Emociones Cladestinas y el panfleto rabioso representado por Los Prisoneros, y la inminente hecatombe de los mismos y con ellos toda la voz de los ochentas.
Los nexos con Javiera Parra por parte de Henríquez, fue el puente para conocer a Ángel Parra que rápidamente se integró como primera guitarra, a pesar de ser cuatro ahora optaron conservar el nombre. Los primeros singles que conformarían el disco primigenio fueron grabados en el estudio de Carlos Cabezas, pero el único sello que los acoge fue Alerce, con quienes graban su álbum homónimo “Los Tres” (1991). Tras dejar la alegría post-plesbicito, la banda continúa con proyectos en paralelo. Henríquez se va de gira con la Negra Ester, mientras sus compañeros experimentan en el jazz formando “Ángel Parra Trío”. La incursión de Los Tres en los noventas evidenciaba una sinuosa popularidad, tinglado al entorno periodístico del momento que lucubraba su sinfonía a través de la llamada generación X. Dicha generación no fué más que el reducto servil de algunos Fuguet y Cía. que, teniendo como tribuna los suplementos del diario el Mercurio, Zona de Contacto y Wiken, citaron a una generación dañada que venía elevando sus incisivos dientes en el renacer cultural; tal hecho no era cierto, no fue la España post Franco, pero francamente sí una libertad vigilada, sujeto a los llamados gobiernos de transición. En alguna ocasión Frank Zappa afirmó que la música popular es el mero reflejo del estado mental de las sociedades que las crea. Los Tres en este trance de experiencias personales e integridad musical consolidan años más tarde el que sería su segundo álbum, “Se Remata el Siglo” (1993), grabado para el sello Sony Music y siendo reconocidos por el público internacional. A diferencia de sus pares, Los Tres conservaron algo auténtico y único tanto en su sonido como en sus letras, tan certeramente criollos como “El Aval” o el pisco salado que no deja pensar en “Gato por Liebre”. El alto contenido de sensibilidad auditiva que Los Tres instalan en su música, son un cruce de influencias y el rescate emocional que emana de su habilidad interpretativa.
Uno de los primeros homenajes abiertos que el grupo hizo al cantautor popular Roberto Parra, y como alguna vez dijera Alvaro Henríquez; ‘‘una mezcla de Violeta y Nicanor, un verdadero poeta de la calle’’, fue una tocata inédita para inauguración de la sociedad de los músicos vivos, evento registrado en cinta y a la espera que alguna vez se edite. La banda cohabitó en este escenario con la existencia de una corriente autodenominada alternativa y que un su versión chilensis tuvo agrupaciones como Solar, Luna in Caelo, Pánico , Santos Dumont, etc. La vanguardia criolla rasguñó los sonidos del Grunge Norteamericano, el noise de Sonic Youth y La neosicodelia de Manchester, por parte de Jesús and Mary Chains, pero las prácticas de experimentación en las artes de los noventas parecen ser carcomidas por el apagón cultural de esa época, una plataforma paupérrima donde algunos sobreviven en el seudo crecimiento económico amparado por los poderes fácticos y un mercado que merma con absoluta arrogancia los dominios de interés público, y que, como en el pasado encubierto por la propaganda, se llenan los bolsillos y la boca con este bolso de mimbre entretejido que es la globalización cultural. En este poco auspicioso páramo, Los Tres levantan la bandera de su tercer álbum La Espada & La Pared (1995). En este álbum hay dos homenajes patentes: uno es a la banda Velvet Underground con una muy buena versión del tema “All Tomorrows Parties” y a Budy Richard con “Tu Cariño Se Me Va”, con que claramente ganaron un gran sitial entre el público que habitualmente no los escuchaba, disco muy introvertido y poético de gran peso visual, plasmado en el video “Déjate Caer”, carta de presentación para el medio latino MTV, pronto les propondrían hacer un desenchufado, que en septiembre de 1995 registran como “Los Tres Unplugged”. El concierto está dedicado al poeta pop Don Roberto Parra, muerto poco antes de grabarlo. Una propuesta diferente a lo habitual en los MTV latino, mostrando en el escenario a un Alvaro Henríquez de irónica estética militar y una banda de gran inspiración popular y acústico detalle, incluyendo cuecas e improvisaciones de jazz que perfectamente recuerdan las jam sesión de Coltrane o Davis.
La Fiestas Patrias de 1996 fueron celebradas por Los Tres en su “Yein Fonda”, quinto álbum discográfico, otra obra conceptual a favor del folclore chileno; particular fonda salpicada de foxtrot, cuecas de puerto y cumbias, oficiada por la emblemática chicha y la jugosa empanada que perfumó la Plaza Nuñoa, con invitados carismáticos como Rabanito, Los Jaivas , Ángel Parra padre y Pepe Fuentes, fundador de grupo “Los Pulentos de la Cueca”, gran aporte al sabroso recorrido de los solos de guitarra y acordeón que vistieron de picardía aquella memorable fiesta criolla. Los Tres ya habían forjado una senda que inundó el aire de la una nueva relectura pop, y que más tarde resaltarían, grabando ”Peineta”(1998), que en su calidad de inédito, la banda rescató las composiciones y presentaciones con Roberto y Lalo Parra. En 1997 graban “Fome”, álbum que se aleja del resguardo folclórico para refugiarse en su sonido más primario, con un gran presupuesto el disco es promocionado y registrado en varios formatos entre los que cuentan la edición limitada en vinilo, disco maduro y con letras un tanto depresivas como “Me Arrende” o la del suicida de semana santa en “Olor a Gas”. Encandilados en este barco frágil que son la relaciones humanas, los integrantes evidenciaron una suerte de fricción, un resquemor que se empieza a notar en el próximo álbum, “La Sangre en el Cuerpo”(1999). Ultimo álbum del cuarteto, antes del cambio de milenio con singles como “No Me Falles” y “La Respuesta”. El inminente quiebre se había hecho presente y la banda decide separarse. La noticia remeció el ámbito cultural y el silencio de Los Tres era un hecho, pero sin antes despedirse con una serie de actuaciones que incluyeron el Estadio Nacional, La Batuta y la ciudad que los vio nacer, Concepción.
Los proyectos individuales se concretaron. Parra y Titae siguieron con “Ángel Parra Trío” mientras que Molina formaría mas tarde Los Titulares y quien editará actualmente su segundo disco, Bipolar. Por otro lado Alvaro Henríquez el mismo año de la disolución de Los Tres, invita a Camilo Salinas para formar la agrupación Los Petinellis, emulando la gráfica de los años sesenta, representativa por su carácter social e inserto en la parafernalia que codeó la Unidad Popular y la nueva canción chilena, graban su disco homónimo Petinellis (2002). Luego la banda sonora para la película Chilena “Sexo con Amor”, pero las fisuras pasan a ser la permanencia del grupo y se disuelven, y Henríquez continua su camino de exploración como solista.
El 2006 se anuncia la vuelta de Los Tres con un concierto en la Arena Santiago, para el lanzamiento su nuevo disco “Hágalo Ud. Mismo”. Sin la presencia de Pancho Molina graban la reinvención de Los Tres, la inherente raíz folclórica se apodera de algunos parajes del disco, un gran refresco ante la gravitante era electrónica que a mediados de los 90’s coparon de Dj’s los escenarios naturales de plazas y parques, patrocinados por el delirio del éxtasis y su hedonismo light, inserto en la cultura pop de esa minimalista aldea. Ritual que no sustenta nada nuevo más que mover el esqueleto al ritmo sampleado del trance y el ambient, sobre camiones con poderosas máquinas parlantes, pero con la salvedad que esa onda expansiva se generó hace más de 50 años en la Jamaica de las Sound Systems. Por suerte existe un antídoto para esta y otras pomadas varias. Los Tres reaparecen con esta nueva cofradía del rock, para sanar el ámbito con “Agua Bendita”, la tortuosa cueca representada en una historia de iguales consecuencias, los atisbos al sonido de St. Pepper’s en el track “No es Cierto” o el toque melancólico y acertado de “Cerrar y Abrir”. Sin la menor duda, Los Tres es una las bandas más significativas de los últimos tiempos en esta escena tan chata de malos augurios y poca versatilidad creativa, para el favor de la cultura rockera y criolla, existe la integración y el gran estímulo que Los Tres le dan a esta, la música popular chilena.
Por Porfilio Lezana